El desperdicio de alimentos, tanto si sobran como si caducan o se estropean antes de consumirlos, es una oportunidad desaprovechada para alimentar a toda la población mundial. Desperdiciar y derrochar comida es una amenaza global porque provoca que haya menos alimentos para todos, además de generar grandes pérdidas de recursos naturales como el agua dulce, que es un bien escaso.
La pérdida y desperdicio de alimentos consume hasta un 21% del agua dulce que hay en la Tierra. Según un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid, en España, la huella hídrica asociada al desperdicio de alimentos equivale a más de 130 litros de agua al día por cada persona.
Por lo que se refiere a los alimentos, los que representan el mayor porcentaje de huella hídrica total son la carne, los cereales y la fruta. Por ejemplo, solamente para producir una hamburguesa se necesitan aproximadamente 2.500 litros de agua. Así que, si el volumen de agua que se utiliza para producir una sola hamburguesa es tan elevado, cada bocado de hamburguesa que se tira a la basura significa un enorme desperdicio de ésta.
Cabe añadir que, según la Fundación Aquae, en España desperdiciamos aproximadamente 169 kilos de comida cada año por persona. Este derroche significa que casi una cuarta parte del agua total que consumimos se utiliza para obtener los alimentos que nadie se come.