Hoy día existen dos formas principalmente de beber agua: embotellada o del grifo, donde el sabor y el color de ésta varía, en función de la cantidad de componentes disueltos en ella, ya sean minerales u orgánicos.
Las diferencias existentes entre ambas están en el origen, es decir, de donde proviene y los tratamientos a los cuales se ha sometido para su uso. El agua embotellada proviene de fuentes y manantiales naturales en zonas de montaña donde el fabricante indica en las etiquetas de las botellas el porcentaje de minerales que contiene. Por el contrario, el agua de grifo ha debido pasar por muchos tratamientos de desinfección química y microbiológica para la eliminación de muchas sustancias nocivas para nuestra salud. Por este motivo, el agua de grifo está sujeta a muchos más controles que la embotellada.
Visto esto, podríamos pensar que el agua embotellada es mucho más saludable que la de grifo y, es “cierto” siempre y cuando la botella almacenada no haya sufrido cambios en su composición, como les sucedió a los 3300 afectados por gastroenteritis en Barcelona y Tarragona en el pasado mes de abril debido al consumo de agua embotellada del manantial Arinsal, en Andorra, distribuidas por la empresa Eden Springs España.
Si a este caso ya conocido, les añadimos el coste económico y medioambiental que supone producir una botella de agua; aproximadamente un metro cúbico de agua de grifo de nuestros hogares tiene el precio de una botella de agua y la producción de agua embotellada genera toneladas de plástico residual que va parar al medioambiente, vemos que no es tan sana como parece.
La solución más eficaz es el uso más económico y ecológico del agua de grifo y gracias a los equipos de osmosis y descalcificación proporcionados con certificados por APS, el agua de grifo de vuestros hogares se convierte en un agua tan pura como la de los manantiales y con la seguridad de no contener producidos nocivos.
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